El impacto de la eliminación de 870 puestos en el programa de salud del 9/11
La reciente decisión de la administración de Donald Trump de eliminar más de 870 puestos de trabajo del Programa de Salud del World Trade Center ha generado un profundo malestar y alarma entre los sobrevivientes de los atentados del 11 de septiembre y los socorristas. Esta medida no solo afecta a los profesionales que trabajaban en el programa, sino que también pone en peligro la salud de miles de personas que dependen de este servicio para recibir atención médica esencial.
Consecuencias inmediatas de la eliminación de puestos
Los recortes han llevado a la remoción del Dr. John Howard, director del Instituto Nacional para la Seguridad y Salud Ocupacional (NIOSH), lo que ha provocado reacciones de protesta de parte de abogados, médicos y activistas. Este cambio es visto como una violación de la promesa nacional de "nunca olvidar" a aquellos que sacrificaron su salud por ayudar a otros durante la crisis.
- Desde la eliminación de estos puestos, cientos de sobrevivientes se enfrentarán a la falta de atención médica.
- Los niveles de estrés postraumático y la ansiedad aumentan considerablemente entre la comunidad afectada.
- Pacientes con cáncer y otras enfermedades relacionadas no están logrando acceder a las citas médicas necesarias.
- Las líneas telefónicas del programa están desbordadas y carecen del personal adecuado para brindar la ayuda requerida.
El Programa de Salud del World Trade Center
Establecido en 2011 bajo la Ley Zadroga, este programa tiene la vital función de ofrecer atención médica a las personas que fueron expuestas a toxinas durante el colapso de las Torres Gemelas. Hasta la fecha, se han identificado 69 tipos de cáncer relacionados con la nube tóxica que cubrió el Bajo Manhattan.
Sin embargo, con la eliminación de puestos, el programa enfrenta un colapso inminente. Abogados como Michael Barasch, que representan a miles de sobrevivientes, advierten que este recorte causará muertes adicionales. Barasch enfatiza que está perdiendo a dos clientes diariamente debido a enfermedades relacionadas con el 11 de septiembre.
Problemas de salud consecuentes
El desmantelamiento del programa ha resaltado la falta de servicios médicos disponibles para los afectados. Se observan problemas significativos en la atención médica, incluyendo:
- Pacientes con cáncer han reportado dificultades para concertar citas.
- La ausencia de médicos que certifiquen enfermedades vinculadas al 9/11 afecta la capacidad de acceder al Fondo de Compensación a las Víctimas.
- El aumento en los problemas de salud mental debido a la falta de apoyo psicológico y médico.
Demandas urgentes de la comunidad
Frente a esta situación crítica, los defensores de los sobrevivientes han formulado demandas urgentes al Congreso y a la administración actual, las cuales incluyen:
- Restablecer el personal eliminado del programa para garantizar su operatividad.
- Reintegrar al Dr. John Howard como director de NIOSH.
- Asignar fondos de emergencia para asegurar la continuidad de la atención médica.
- Reactivar los canales de certificación para enfermedades asociadas al 9/11.
La implicación de esta decisión en la comunidad
Los efectos de la eliminación de estos puestos no se limitan a un impacto en la salud física, también provocan un daño emocional significativo. La comunidad ha expresado su angustia ante la crisis de salud mental que está surgiendo como resultado de la falta de atención adecuada.
Activistas, como John Feal, un socorrista herido que ha luchado por los derechos de esta comunidad, han calificado esta decisión como “una falta de empatía inhumana”. Feal recalca que más personas han muerto a causa de enfermedades relacionadas con el 9/11 que en los propios atentados.
La eliminación de estos puestos pone de relieve la responsabilidad del gobierno hacia aquellos que expusieron su vida y salud para ayudar durante una de las tragedias más devastadoras en la historia de Estados Unidos. Sin apoyo, estas personas se encuentran ahora más vulnerables que nunca.
A medida que la situación continúa evolucionando, las voces de los sobrevivientes y sus defensores siguen reclamando justicia y atención. La lucha no es solo por ellos, sino por el reconocimiento y respeto que merecen por su sacrificio. Esta batalla es crucial para asegurar que “nunca se olviden” y que su bienestar sea una prioridad en las decisiones gubernamentales futuras.