¡Estamos estanflanados hace rato!

Irene Bianchi [email protected]



Chicas, ¿me pueden desasnar, please?

¿Qué querés saber, Mirta?

¿Qué es la estanflación? Me suena a gordura, a inflamación, a estancamiento …

Algo así, Mirta, pero no referido al cuerpo sino a la economía. Lo que se inflama son los precios y lo que se estanca es el peso.

Perdón, chicas, pero la definición de estanflación es recesión con inflación. Un cocktail letal. Aumentan los precios y baja el consumo.

¡Chocolate por la noticia! Eso no es nada nuevo. Hace décadas que la padecemos.

Vamos a tener que ajustarnos el cinturón.

Yo no uso. Me aprieta la panza. Y me corta el talle.

¡No le dan tiempo al Peluca! ¡Ya lo quieren voltear y todavía ni asumió!

Malos perdedores. Cero tolerancia a la frustración.

Los Belliboni de la vida me hacen acordar a la “generación de cristal”.

¿Qué es eso, Rita?

Los “millennials” que padecen de fragilidad emocional. No los podés corregir ni criticar porque rompen en llanto. Si no logran un objetivo o no alcanzan una meta, se frustran para siempre. Con guante de seda hay que tratarlos.

¿Y eso no será culpa nuestra, de los adultos que los criamos?

Los MAL- criamos, querrás decir. Puede ser. Eso de darles todos los gustos, de no ponerles límites.

Me trajiste a la memoria la canción del Nano, “Esos locos bajitos”: “Nada ni nadie puede impedir que sufran, que las agujas avancen en el reloj, que decidan por ellos, que se equivoquen, que crezcan y que un día, nos digan adiós...”

El tema es que ahora no nos dicen nunca adiós. Se quedan en casa con todo servido.

Cierto. O se casan, se divorcian y vuelven al nido.

¿Me parece a mí o nosotras crecimos con el cuero más duro?

Y, sí, Delia. Estamos curtidas. Nuestros viejos no tenían tantas contemplaciones ni nos daban tantas opciones.

Y nos bancábamos la respuesta “¡Porque no, y punto!”, sin chistar. A otra cosa, mariposa.

Hablando de gente embroncada con el nuevo Presi, ¿vieron la cara de la Jefa cuando lo proclamó Presidente en el Congreso?

Contenta no se la vio. Y no fue la única. Hubo varios que ni aplaudieron y murmuraban improperios por lo bajo.

Trago amargo. Ajo y agua. Quévachaché. A veces se gana y otras se pierde.

La conclusión que saco de esta campaña eterna, es que tenemos una clase política de terror. De uno y otro lado. Se caen de sus inflados egos y se hacen moco. Una feria de vanidades vergonzosa. Nadie piensa en el bien común ni en la Patria, sólo en sus ambiciones personalísimas, de poder, de privilegios y de guita.

¿Sabrán los que aceptaron los cargos que Milei les prohibió irse de vacaciones?

¡Me parece perfecto! Nadie te da vacaciones en un laburo nuevo.

Dicen que el Peluca es un “workaholic”. Madrugador, además. Los va a tener carpiendo.

Que den el ejemplo. Son “public servants”. Que se ganen el suelo como cualquier hijo de vecino.

Hablando de eso, les traje ñoquis caseros que me sobraron del 29. La salsa se las debo.

Brindo porque éstos sean los únicos ñoquis de esta nueva etapa. ¡Chin, chin!


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Carlos Martinez

Estoy para atrás porque las malas lenguas andan diciendo que soy un amargo.

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