“Dios nos ha creado por amor y para el amor. Venimos de Dios y hacia Dios vamos. He ahí nuestro origen y nuestro destino. He ahí también el sentido más profundo de nuestra vida: amar a Dios sobre todas las cosas y amar al prójimo como Cristo nos ha amado. No dejemos que las aparentes urgencias de este mundo nos hagan olvidar esto, que es lo más importante”, señala el Prelado peruano en un mensaje enviado a ACI Prensa, titulado “De lo urgente a lo importante”.
Mons. Del Río hace luego una advertencia: “En el ritmo vertiginoso que nos impone la sociedad de consumo, en la que constantemente nos sentimos presionados a atender lo que se nos presenta como urgente, nos queda cada vez menos tiempo para dedicarnos a lo verdaderamente importante. Dicho en otras palabras, corremos el riesgo de confundir lo urgente con lo importante, por lo general en desmedro de éste y, por tanto, de nosotros mismos”.
Para el Arzobispo de Arequipa, “esta crisis de prioridades se agudiza cuando, dejándonos llevar por esa misma sociedad de consumo, consideramos que el poseer es más importante que el ser y, en consecuencia, reducimos al hombre, es decir a nosotros mismos y a los demás, a lo puramente material y nos olvidamos de nuestro origen y destino trascendente, como si fuéramos el resultado de una simple evolución de la materia y estuviéramos destinados a desintegrarnos y desaparecer para siempre comidos por los gusanos”.
De esta manera, “corriendo en busca de un bienestar material que nunca llega a satisfacerle del todo, o adormecido por el bienestar material alcanzado, el hombre corre el riesgo de, a fin de cuentas, no saber quién es, de dónde viene ni a dónde va”.
Por eso es esencial, prosigue, dedicar “al menos unos minutos a recordar quiénes somos y cuáles son el origen y el sentido de nuestra vida. Descubrir la verdad sobre sí mismo no puede menos que hacer feliz al hombre, sea varón o mujer, joven o anciano”.
En ese sentido, el sentido real y profundo de todo ser humano está en conocer a Dios, que se encarnó en Jesús: “Contemplando a Cristo, conociendo a Cristo, el hombre se va conociendo a sí mismo; porque Jesucristo no ha venido a este mundo sólo para revelarnos a Dios, sino que, en la medida en que nos revela quién es Dios, nos revela también quiénes somos nosotros”.
De ese modo, “el conocimiento de Dios, revelado en Jesucristo, lleva a la comprensión del hombre y lo guía en su camino en este mundo”.
El Arzobispo de Arequipa recuerda luego una cita del Papa Benedicto XVI, quien al iniciar su pontificado afirmaba: “Hemos creído en el amor de Dios: así puede expresar el cristiano la opción fundamental de su vida”.
“Y, si se me permite, me gustaría añadir que también así podemos explicar los cristianos la razón más profunda de nuestra permanente alegría”, subraya Mons. Del Río.