“La fe cristiana, que compartimos la casi totalidad de los peruanos, nos llama a unirnos para que el Perú no sea un campo de batalla entre ideologías que no toman en cuenta las reales necesidades de la población o, igualmente de malo, un botín a repartirse entre unos pocos”, indicó en un artículo publicado el 28 de julio, día de la proclamación de la Independencia del Perú.
Perú se encuentra inmerso en una crisis política desde hace más de un lustro. El último presidente elegido en elecciones generales, Pedro Castillo, está sirviendo 36 de meses de prisión preventiva mientras es investigado por rebelión y conspiración, tras su intento fallido de disolver el Congreso el 7 de diciembre de 2022.
Tras la salida de Castillo, el mandato lo asumió la vicepresidente Dina Boluarte. Desde que asumió el cargo, varios movimientos civiles y sindicatos, principalmente de sectores de izquierda, han salido a marchar pidiendo su renuncia, la disolución del Congreso y el cambio de la Constitución.
El 15 de junio pasado, Boluarte señaló que la posibilidad de realizar nuevas elecciones está “cerrada” y seguirá trabajando hasta el final de su mandato en julio de 2026.
En ese contexto de crisis, Mons. Del Río aseguró que “es preciso cambiar los gritos e insultos por un diálogo constructivo que nos permita unir esfuerzos para superar las lamentables desigualdades que aún existen entre nosotros”.
“Todos los peruanos somos parte de un mismo pueblo forjado a través de siglos de historia. Contribuyamos, entonces, al bien común de la nación, que es el bien de todos y cada uno. Todos saldremos ganando si nos unimos en un proyecto común de país, en el cual nadie se sienta descartado sino, por el contrario, todos acogidos y ayudados”, expresó.
Mons. Del Río indicó que “todavía nos queda mucho por hacer”, debido a que “el Perú adolece de graves contrastes sociales y económicos que afectan a una parte muy considerable de la población”.
“El pecado, que habita en el corazón de los hombres, nos enceguece y muchas veces nos lleva a no mirar al otro, al prójimo, como a un hermano, sino a ignorarlo o verlo como un adversario. Ese mismo pecado nos vuelve egoístas e insensibles”, aseguró.
Asimismo, resaltó que “la cultura de la muerte, como la llamó San Juan Pablo II, que ahora el Papa Francisco llama cultura del descarte, acecha a nuestra patria y quiere diluirla en una globalización de la indiferencia y de la idolatría del dinero, del poder y del placer”.
“Pese a la difícil situación por la que estamos atravesando” –continuó el Arzobispo–, recordó lo “bello y rico” que es el Perú “en su variedad de recursos naturales, tradiciones culturales y generosidad de su gente”.
“Perú es un enorme don de Dios, con la grandeza del mar que baña nuestras costas, la majestuosidad de los Andes y la exótica belleza de la selva amazónica. Tenemos también la riqueza de la multiculturalidad y del legado que las culturas ancestrales han ido aportando a la configuración de nuestra identidad nacional”.
“A ello se añade la nobleza de los peruanos, que se traduce en la capacidad de acogida a quienes nos visitan, el espíritu de sacrificio y emprendimiento que nos caracteriza, la solidaridad que en no pocas ocasiones nos ha permitido superar tiempos y situaciones difíciles”, añadió.
Mons. Del Río también señaló que “no menos importante es el gran don que Dios ha dado al Perú a través de la Iglesia Católica”.
“Como reconoce el artículo 50 de la actual Constitución Política de nuestro país, la Iglesia contribuido en el desarrollo histórico de nuestra nación y, al mismo tiempo, en la conformación de nuestra cultura e identidad nacional”, sostuvo.
En ese sentido, recordó que “uno de los elementos que más ha ayudado a la unidad nacional ha sido, desde los tiempos del Virreinato y más aún durante la República, nuestra fe católica”.
“En ella se han forjado la mayoría de los grandes héroes y personajes ilustres de nuestra patria. En esa fe se han cimentado los grandes valores que han caracterizado a nuestra sociedad. De ella, la mayoría de los peruanos hemos sacado y continuamos sacando las fuerzas para superar las adversidades que, periódicamente o de modo permanente, nos toca atravesar”, concluyó.