Por Oscar Puebla, arquitecto y referente inmobiliario
Nuestra hermosa Ciudad de Buenos Aires siempre nos tiene preparada una sorpresa para darle una vuelta más a cómo vivir y esto gracias a los edificios antiguos de más de 80 años que en muchos casos y, gracias a la feliz inacción de sus propietarios, se han conservado en su estado original
La antigua arquitectura es como un auto clásico. Tiene recursos constructivos que resuelven problemas sobre el acondicionamiento térmico de la casa, problemas que hoy están de la mano de la tecnología no de la construcción, y como todo lo clásico tiene lujos que hoy son difíciles de conseguir.
Por ejemplo, el silencio provocado por las paredes de ladrillos anchas. Estas casas no solo respiraban, sino que también por estar construidas con ladrillos sin hormigón armado permiten que estemos mas conectados con la tierra,
Mucha gente no lo sabe pero hoy si estás en un edificio nuevo, estás en una moderna jaula de Faraday, un lío electromagnético que afecta nuestras vidas.
Pero volvamos a los antiguos edificios. Sin duda estaban preparados para otra sociedad, una sociedad donde dos generaciones vivían juntas.
Hoy el 70% de los hogares en CABA son monoparentales
Este tipo de edificios no están subdivididos y permiten hacer reformas internas para generar "nuevos antiguos departamentos" para alquilar .
Por supuesto las reformas requieren de una visión conservacionista con el objetivo de mantener el espíritu de la casa
Un petit hotel se puede comprar a un buen precio en el mercado, dado que los compradores son pocos y son especialistas en este tipo de reforma
Recientemente, visité un edificio en la zona de Once, donde a pesar del abandono reinante y los problemas típicos de un edificio cerrado, todo estaba original
Los pisos de los departamentos en pinotea, todas la ventanas de vidrio repartido en cedro, con sus celosías en hierro, una belleza y como si esto fuera poco en planta baja un local gigante con sótano donde seguramente funcionó una gran confitería y bar. Buenos Aires sigue siendo la Reina del Plata, solo hay que saber mirar bien.