Mons. Rueda pronunció estas palabras durante la inauguración de la 114º Asamblea Plenaria de la CEC, que se realiza hasta el 10 de febrero con el lema “Iglesia que vive la comunión y la participación".
“Todos los aquí presentes sabemos bien que, algunos observadores y algunas visiones sobre la Iglesia y sobre nuestra misión episcopal, pretenden muchas veces fracturarnos: nos quieren aplicar categorías sociopolíticas y tratan de encasillarnos como obispos ‘de izquierda’ o ‘de derecha’”, expresó Mons. Rueda Aparicio, también Arzobispo de Bogotá.
El Prelado señaló este 6 de febrero que “en el fondo de estas clasificaciones hay un intento de división: quieren poner la cizaña de la polarización entre los servidores del Señor. Estemos muy despiertos y no caigamos en esas trampas del mal”.
Haciendo alusión a la Primera Carta a los Corintios, el presidente de la CEC recordó a los obispos que “no somos de Apolo ni de Pablo, somos simplemente colaboradores de Cristo”.
El Episcopado informó que durante la Asamblea Plenaria los obispos analizarán lo recogido “en las etapas nacional y continental del Sínodo sobre la Sinodalidad”.
“Reflexionarán sobre el estilo sinodal y corresponsable que deben tener los organismos de participación eclesiales a nivel parroquial y diocesano, sobre todo en la vinculación de los laicos, especialmente de las mujeres y los jóvenes”, indicó la CEC.
Ante ello, el Arzobispo de Bogotá invitó a los prelados a dejarse guiar por el Espíritu Santo, quien “nos conduce a la verdad plena, la verdad de la comunión que se origina en medio de la diversidad -y que el mundo necesita- y nos lleva por sendas de unidad misionera, de fraternidad y de amistad social”.
El presidente de la CEC también llamó a volver al magisterio del Concilio Vaticano II, que “es luminoso y desafiante”, y “una antorcha viva en el camino evangelizador de la Iglesia en Colombia”.
“Volver al magisterio conciliar nos permite redescubrir las fuentes de la espiritualidad sinodal que rejuvenece a la Iglesia, la fortalece para avanzar dirigida por el Espíritu Santo en su peregrinación hacia el Reino del Padre, la convierte en servidora en medio de la historia humana como fermento”, expresó.