“Cuando yo era chico jugaba a las bolitas y andaba en bici por el barrio. Ahora los pibes nacen con otra cabeza: mi sobrinita de dos años ya juega con el celular”, dice Carlos Sánchez, programador de videojuegos y uno de los ganadores de la última edición de la Game Jam ITV.
Esa infancia en General Rodríguez, donde vivió toda su vida, cambió a los 8 años cuando sus padres le regalaron una consola Family y conoció un juego que marcó a generaciones: Mario Bros. Carlos se metió de lleno en ese mundo animado para nunca más abandonarlo, y ahora, a los 36 años, ya tiene su propio emprendimiento, siempre pensando en seguir capacitándose y crecer, y con una determinación tal que su trabajo llamó la atención de una empresa china para ser socios en un videojuego de su creación.
Fue a los 20 años cuando Carlos decidió empezar a aprender programación. Al principio era lenguaje Punto net: nada de juegos. Hizo un curso autónomo en Masters Motors donde le enseñaron a diseñar su propio juego. “Ahí me gustó. Quiero seguir trabajando de esto”, pensó. El siguiente paso fue fundar su emprendimiento. JAK Games lleva las iniciales de los tres miembros de la familia Sánchez: “J” por Javier (su nombre es Carlos Javier), “A” por Ailín (“mi nena”) y “K” por Karina (“mi señora”). “Tenía que ser algo fácil y corto. Contundente y con un buen logo”, explica.
Pronto Carlos comenzó a subir sus juegos al App Store y a contactar organizaciones y empresas del sector. En 2020 se hizo miembro unipersonal de ADVA (Asociación de Desarrolladores de Videojuegos Argentinos) y durante 2021 publicó 3 videojuegos en la tienda que ya suman más de mil descargas.
En septiembre y octubre, recomendado por ADVA, Carlos participó de la Game Jam ITV (Ideá Tu Video) organizado por BA Joven del Ministerio de Desarrollo Económico y Producción porteño. Carlos buscaba seguir capacitándose en ese mundo que ya lo apasionaba. Como parte del programa tuvo que formar un equipo para desarrollar un juego. El resultado fue Kospi, uno de los tres proyectos ganadores. Fue uno de los mejores en cuanto a gráficos y jugabilidad, pero la principal desventaja es que no se podía jugar directamente de la web, y tal vez por eso no fue el principal ganador.
“Siempre trabajé solo. Y en la Game Jam me encontré con el desafío de formar un equipo donde todos los integrantes aportaran sus conocimientos para el proyecto. Aprender a trabajar en equipo fue una gran enseñanza que adquirí en ese programa”, cuenta.
Paralelamente a la Game Jam ITV, Carlos fue contactado por un Publisher de China con sede en Beijing que estaba interesado en asociarse con él en uno de los videos que había publicado en la tienda. El juego es simple: consiste en apilar botellas sobre mesas y libros y que no se caigan al precipicio. A los chinos les gustó cómo Carlos ubicó estratégicamente en el Store y allí nació su interés por contactarlo.
Carlos describe el momento con entusiasmo: “Cuando terminó la comunicación no sabés cómo lloré. No podía hablar de la emoción para contarle a mi familia lo que había pasado”. El acuerdo significó para él un salto cuantitativo en el dinero que percibe por cada descarga del videojuego: “Acá no vale nada. Allá o en Europa, o en cualquier lugar del mundo donde alguien se descarga el juego vale el doble o más”, explica.
Remar contra la corriente es una constante en la vida de Carlos. Como todavía no puede vivir y sostener a su familia con sus desarrollos, trabaja todos los días en una PyME que diseña muebles para oficina. “Tengo una discapacidad motriz y me está costando mucho ir todos los días a trabajar. Sueño que algún día me dedico exclusivamente a esto que me gusta y me apasiona”, confiesa. Y sigue: “Si me preguntás, no sé nada de Netflix. Yo llego a mi casa y cuando no estoy con mi señora y mi nena me pongo a programar y a estudiar. No me quedo quieto”.
En esa capacitación permanente que menciona hay que incluir una clínica de pitch, en la que aprendió a presentar un proyecto a un potencial inversor en 15 minutos. Y la beca que acaba de obtener para obtener el título de Experto Universitario en Programación de Videojuegos de la UTN. “Necesito un respaldo universitario. Lo primero que te preguntan cuando vas a presentar un proyecto es ¿qué estudios universitarios tiene?”, razona.
También encuentra tiempo para estar con su hija Ailín de 10 años, que padece autismo. “Le encanta dibujar y no sabés lo rápido que aprende”, se emociona. Además, ADVA le facilitó una contadora para poner administrativamente en orden su emprendimiento y así fue como JAK Games ya está inscipta en la AFIP como PyME.
Actualmente Carlos está desarrollando un juego Voxer DEA que tiene como particularidad que la protagonista es una nena. “Queríamos hacer algo diferente, algo con perspectiva de género”, describe. Apunta a que se sus proyectos sean de resolución rápida, que un usuario lo pueda jugar haciendo la fila para pagar algo o viajando en colectivo.
Por ahora sus desarrollos se limitan a los celulares. Saltar a PC o Play Station le implicarían disponer de más recursos y más profesionales que por ahora no tiene.
Sueña con orientar su trabajo al público infantil. Cree que el futuro de su actividad está en el marketing a través de los videojuegos. Y percibe una gran oportunidad en el creciente mundo de la realidad virtual.
Sueños, proyectos y capacitaciones se agolpan en el horizonte de Carlos Sánchez. Un hombre acostumbrado a remar y que nunca se queda quieto.