Hasta el 17 de noviembre de 2015 se presenta en el Museo Emilio Caraffa de Córdoba la exposición "El peso de la naranja". La muestra reúne una serie de obras de la artista Cristina Ruiz Guiñazú (1951, Malargüe, Mendoza) donde a través de un recorrido autobiográfico presenta a los personajes de su vida afectiva en espacios indefinidos y atemporales. Sus veinticinco pinturas muestran un estilo refinado de tratamiento de la figura humana. Sus personajes, nos cuentan historias, gestos, pensamientos y miradas.
Su mundo cercano, sus afectos, los paisajes cordilleranos de Malargue, la infancia, el amor y en fin, la belleza, son concebidos como materia y presentados en el modelo inestable de la historia en primera persona; representación y espejo. Es por eso que la obra de Cristina nos obliga a un doble entrecruce de significados. Por una parte la forma autobiográfica marca una de las lecturas de esta exhibición y por la otra, conlleva un cuestionamiento de la condición de femineidad como artista contempóránea.
Esta muestra, es también una autorestropectiva íntima y personal. La mano que pinta se recuerda en trozos del pasado que sueña con haber vivido.
Cristina utiliza referencias de su historia temprana como materia prima de sus obras.Su narración es una operación que implica fragmentación y desdoblamiento; entre el ser que es ahora y aquél que en un momento fue, entre lo que vemos, lo que nos mira y nos toca. Todo simultáneamente como en la vida. Estos son los retazos de su historia en nombre propio que son también espejos de nuestra historia. Sus sueños interpelan nuestros sueños y nuestra propia biografía.
Cristina Ruiz Guiñazú vivió su adolescencia y temprana madurez en la ciudad de Córdoba. Estudió Bellas Artes en la Universidad Nacional de Córdoba. Luego se mudó a París, donde vive hace más de treinta años.
Su obra ha sido expuesta en numerosas muestras individuales y colectivas en Argentina, Francia, Holanda, Croacia, Core, México, Bélgica, España y Túnez.
Sintesis texto curatorial de María Laura Rodriguez Mayol
netmedia argentina
Su mundo cercano, sus afectos, los paisajes cordilleranos de Malargue, la infancia, el amor y en fin, la belleza, son concebidos como materia y presentados en el modelo inestable de la historia en primera persona; representación y espejo. Es por eso que la obra de Cristina nos obliga a un doble entrecruce de significados. Por una parte la forma autobiográfica marca una de las lecturas de esta exhibición y por la otra, conlleva un cuestionamiento de la condición de femineidad como artista contempóránea.
Esta muestra, es también una autorestropectiva íntima y personal. La mano que pinta se recuerda en trozos del pasado que sueña con haber vivido.
Cristina utiliza referencias de su historia temprana como materia prima de sus obras.Su narración es una operación que implica fragmentación y desdoblamiento; entre el ser que es ahora y aquél que en un momento fue, entre lo que vemos, lo que nos mira y nos toca. Todo simultáneamente como en la vida. Estos son los retazos de su historia en nombre propio que son también espejos de nuestra historia. Sus sueños interpelan nuestros sueños y nuestra propia biografía.
Cristina Ruiz Guiñazú vivió su adolescencia y temprana madurez en la ciudad de Córdoba. Estudió Bellas Artes en la Universidad Nacional de Córdoba. Luego se mudó a París, donde vive hace más de treinta años.
Su obra ha sido expuesta en numerosas muestras individuales y colectivas en Argentina, Francia, Holanda, Croacia, Core, México, Bélgica, España y Túnez.
Sintesis texto curatorial de María Laura Rodriguez Mayol
netmedia argentina
Tags:
arte