Acompañados de arquitectos, diseñadores de interiores y amantes del diseño se desarrolló el segundo encuentro del Ciclo de Charlas BoConcept con el reconocido arquitecto Diego Montero y la revista especializada Arte y Dieño.
En la charla, se destacó la conexión entre paisaje y construcción. La composición arquitectónica de Diego Montero sobre todo tiene que responder a la armonía del conjunto: arma proyectos que sean fáciles de interpretar, dinámicos y que estén relacionados con la vida contemporánea.
Lo cierto es que un porcentaje sorprendente de lo más representativo del paisaje de Punta del Este de los últimos diez años ha salido de su estudio como el restorán Los Negros, en José Ignacio, de principios de 1980 o el más reciente hotel de Garzón, ambos de Francis Mallmann.
ARQUITECTO DIEGO MONTERO
Hace más de diecisiete años que el arquitecto se instaló con su familia en Manantiales y es prácticamente imposible hacer más de dos cuadras por esa angosta franja sobre el mar que va desde el puente de La Barra hasta la laguna Garzón sin cruzarse con alguna de su obra. Y si bien es cierto que el mero aspecto cuantitativo es impresionante –desde 1990 ha construido un
promedio de entre diez y quince casas por año-, tal vez sea más interesante aún el hecho de que muchas de sus obras –como el restorán Los Negros, en José Ignacio, de principios de 1980 o el más reciente hotel de Garzón, ambos de Francis Mallmann- hayan sido la piedra fundacional
y el motor de arranque de notables desarrollos.
A juzgar por su estilo lacónico, renuente y teñido de una cierta parquedad de herencia escandinava, seguramente le incomodaría ser considerado un trendsetter influyente. Lo cierto es que un porcentaje sorprendente de lo más representativo del paisaje de Punta del Este de los últimos diez años ha salido de su estudio.
Por Bruno Pietravallo
En la charla, se destacó la conexión entre paisaje y construcción. La composición arquitectónica de Diego Montero sobre todo tiene que responder a la armonía del conjunto: arma proyectos que sean fáciles de interpretar, dinámicos y que estén relacionados con la vida contemporánea.
Lo cierto es que un porcentaje sorprendente de lo más representativo del paisaje de Punta del Este de los últimos diez años ha salido de su estudio como el restorán Los Negros, en José Ignacio, de principios de 1980 o el más reciente hotel de Garzón, ambos de Francis Mallmann.
ARQUITECTO DIEGO MONTERO
Hace más de diecisiete años que el arquitecto se instaló con su familia en Manantiales y es prácticamente imposible hacer más de dos cuadras por esa angosta franja sobre el mar que va desde el puente de La Barra hasta la laguna Garzón sin cruzarse con alguna de su obra. Y si bien es cierto que el mero aspecto cuantitativo es impresionante –desde 1990 ha construido un
promedio de entre diez y quince casas por año-, tal vez sea más interesante aún el hecho de que muchas de sus obras –como el restorán Los Negros, en José Ignacio, de principios de 1980 o el más reciente hotel de Garzón, ambos de Francis Mallmann- hayan sido la piedra fundacional
y el motor de arranque de notables desarrollos.
A juzgar por su estilo lacónico, renuente y teñido de una cierta parquedad de herencia escandinava, seguramente le incomodaría ser considerado un trendsetter influyente. Lo cierto es que un porcentaje sorprendente de lo más representativo del paisaje de Punta del Este de los últimos diez años ha salido de su estudio.
Por Bruno Pietravallo
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